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Conoce la historia de María Noelia Zora

El grupo paramilitar que dominaba la zona le dio a María Noelia Zora dos horas para abandonar su finca. Tuvo que salir con sus hijos de 7 y 2 años y 4 meses; su papá, su hermano especial y un hermano de 12 años. Ella, como 8.376.463 de colombianos, han sido víctimas del conflicto y han tenido que desplazarse para reiniciar su vida.  

Aunque no tenía idea de qué ponerse hacer para vivir, su “verraquera” fue más fuerte para salir adelante. Su única opción era su hermana que vivía en Medellín. Lo poco que tenía en su bolsillo sería el capital con el que viviría los siguientes meses y sin descuidar a sus hijas, y en plena acera de la casa de su hermana, sacó un fogón de carbón y empezó a asar arepas para la venta. Mientras cuidaba a sus hijas de 2 años y 4 meses en el corredor, ella seguía ofreciendo sus productos a la venta: “Yo no tenía nada, ni siquiera tenía en qué echar la arepa y si a uno nunca le dan la oportunidad, uno nunca va a salir adelante”.  

Por eso fue fundamental para ella haberse cruzado con Bancamía y la Fundación BBVA Microfinanzas en el inicio de su negocio. María Noelia hace parte de 18,4 millones de colombianos que tuvo acceso a un producto financiero en el 2017 y eso cambió su vida.  Le parecía increíble que le prestaran plata, pero su sorpresa fue mayor cuando le otorgaron el crédito: “me prestaron 500 mil pesos y yo me sentía millonaria. Con esa plata hice mercado para mis hijos” dice ella y, agrega: “así inició mi relación con un banco. Hace 18 años en mi pequeño asador de arepas en la calle y con el que empecé a darles estudio a mis hijos”.  

Oscar Cabrera, presidente del banco BBVA Colombia, afirma que la historia de María Noelia es un modelo a seguir: “Paso por el gota a gota, tuvo que pasar por lo lacerante que es eso y ahora por fortuna trabaja con una entidad financiera como Bancamía y eso le ha permitido tener la financiación que realmente necesita para poder conseguir una fuente de ingresos para sacar adelante a una familia muy amplia”.  

Acceder al primer crédito le dio muchas oportunidades como mujer y microempresaria.  Era una nueva forma de vivir y de enfrentarse a la ciudad. Por aquel entonces, María Noelia no se imaginó que sería el desayunadero de hoy en día, eso la ilusiona y la hace feliz por haber sacado a sus hijos adelante con el trabajo que la recibió en Medellín y el apoyo de un socio financiero como Bancamía para llevar a cabo su sueño.  

“María Noelia es una verraca. Lo que ha demostrado es una cosa tremenda. Salir sin nada de tu casa a un lugar que no conoces y poder progresar, es un ejemplo que mujeres y hombres podemos seguir”, manifiesta Cabrera.

Bancamía, como el primer banco de microfinanzas en Colombia, ha creado la iniciativa “Nosotras con ellas” con el fin de visibilizar historias como la de María Noelia y muchas otras mujeres emprendedoras y microempresarias colombianas que han superado la vulnerabilidad económica gracias a la inclusión financiera. La mayoría de ellas son madres cabeza de familia, con educación primaria a lo sumo, varias son oriundas de la ruralidad y de cinturones de pobreza de ciudades intermedias, o han sido desplazadas por la violencia en el país.  

Con programas como este es como María Noelia ha criado sus hijos y los ha convertido en profesionales en la actualidad. Ellos a sus 18, 20 y 26 años respectivamente sueñan con regalarle a su mamá una casa linda, que pueda descansar y tener más tiempo libre para ella. Piensan que ya les ha dado todo para que pueda dedicarse a ella misma. “Mi mamá siempre estuvo ahí y nos dio todo. Quiero darle una casa linda, que tenga el mayor tiempo del mundo y que pueda hacer deporte”, dice Angie Hincapié, su hija menor. 

“Mi hijo mayor se encargó de llevar a sus hermanas al colegio y él me ayudaba con el negocio de las arepas cuando regresaba del colegio. Hoy en día, él es chef y tiene 26 años, mientras que mi segunda hija estudia enfermería y la menor, entrará a estudiar medicina en la Universidad de Antioquia”, cuenta Zora.  

La misión de María Noelia se transformó en ofrecer las mejores arepas de la ciudad y convertirse en el desayuno paisa tradicional. Arrancamos a la 1 de la madrugada cuando el trabajador llega a barrer y alistar el molino. Nuestros primeros clientes llegan a las 5:30 a.m. a desayunar, aunque en el transcurso del día también vendemos las arepas por paquetes. Y así hasta que cierro mi negocio a la 1 p.m. Un horario diferente al de una oficina, pero es mi trabajo, el que me dio de comer y el estudio de mis hijos.  

“Yo no tenía un esposo ni una mamá que me apoyará, y aún así pude cumplir mi meta. La bendición más grande para uno de madre es sacar los hijos adelante. Y les he enseñado que aprovechen y estudien lo que les guste porque el trabajo es muy duro, pero cuando se ama lo que se hace, el tiempo se pasa rápido”.  

Sin embargo, María Noelia no para, y no quiere parar, mientras sus hijos terminen sus estudios profesionales. Sueña con tener un negocio más grande, tener más empleados y ofrecer almuerzos. No se cansará de luchar como aquel día que la obligaron a abandonar su vida en la finca, porque para ella es más fuerte esa energía y verraquera (como la llama) de salir a adelante por sí misma, pues en su vida no existe el “si yo pudiera”, solo el “yo puedo y yo quiero de la mano de un apoyo financiero como lo fue Bancamía, que creyó en mí”.  

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