Celia Mosquera, una joven de Tumaco que está haciendo historia a través de su emprendimiento de cosmética ancestral rescatando sus raíces afrocolombianas e indígenas.

Celia es una mujer de 30 años, quien nació en la ciudad de Cali, pero la mayor parte de su vida ha residido en el municipio de Tumaco, departamento de Nariño. Es la segunda de tres hermanos, el mayor tiene 34 años y el menor 28.

Celia vive vía al Morro, que es donde se encuentra la parte turística de Tumaco. Sin embargo, antes de llegar allí, gracias al crecimiento de su negocio de cosmética ancestral, la emprendedora vivía en un barrio caracterizado por humildes viviendas construidas sobre estacas en el río -llamadas palafitas-, donde habita principalmente población desplazada.

En este lugar, compartía sus días con su gran inspiración que han sido sus padres, quienes fueron víctimas de desplazamiento forzado, debido a una toma violenta que los paramilitares hicieron a su pueblo.

Con mucho esfuerzo, en diciembre, Celia se va a graduar de una Licenciatura en Etnoeducación y Desarrollo Comunitario y fue justamente en la universidad donde se gestó la idea de su emprendimiento a partir de una investigación sobre plantas medicinales que realizó para su trabajo de grado. De allí, surgiría también un proyecto social denominado ‘Altamisa para la Paz’, por medio del cual se les enseña a los niños sobre las propiedades curativas de las plantas.

Dados los orígenes indígenas de su progenitora, proveniente del pueblo Awá, así como de las raíces afrocolombianas de su padre, Celia empezó a experimentar a partir de los conocimientos y fórmulas ancestrales heredadas de estas comunidades hasta lograr, a punta de ensayo y error, la fabricación de los primeros productos: pomadas y aceites de árnica y otras matas que relajan los músculos y calman dolores fuertes como, por ejemplo, el de la osteoporosis.